Nuevas fusiones en la banca. ¿Realmente son algo tan bueno como nos dicen?

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AGM Abogados

Desde los medios de comunicación se nos dice que la fusión de BANKIA y CAIXABANK permitirá a la entidad resultante una mayor eficiencia gracias a un ahorro de costes de unos 700 millones de euros, que dotará de una mayor competitividad a los bancos de nuestro país y que, todo ello, revertirá, incluso, de manera positiva, en el ciudadano, como consumidor y usuario de servicios bancarios.

La fusión es hija de una necesidad de supervivencia de las entidades que se fusionan, no de una ambición de ser más grandes.

Parece que sí, que las entidades bancarias, para sobrevivir en el actual escenario macroeconómico mundial, con tipos de interés iguales a cero o negativos, con unos costes de estructura que sus resultados parece que no sirven para, o no quieren ser destinados a sostenerlos en los niveles actuales, con el paulatino desplazamiento de sus servicios a entornos digitales, con una competencia de nuevos actores financieros cada vez más potentes y agresivos -banca nacida exclusivamente online, fondos de inversión,  etc.-, deben ganar músculo para no caer en la irrelevancia o, simple y llanamente, para no caer en sentido literal -cual gigante con pies de barro-  y así poder seguir compitiendo con ciertas garantías en un escenario financiero absolutamente globalizado y cambiante.

Pero ¿ello no supone una huida hacia delante?

¿Cuántas fusiones más deben producirse para que la banca se estabilice?

Si en España hace pocos años había más de 70 entidades entre bancos y cajas de ahorros y ahora quedan apenas 10, ¿dónde está el límite de esta medicina a base de fusiones?

La concentración mundial de capitales y de empresas productivas en cada vez menos manos está suponiendo la aceleración de un proceso que Noam Chomsky califica como el de la formación de un Estado internacional que no se conduce mediante las estructuras clásicas de organización y funcionamiento democrático de los estados nacionales y que, además, va laminando la capacidad de control y organización de dichos Estados, su soberanía en definitiva, dado que sus presupuestos dependen ya en gran medida de eso que viene en denominarse “los mercados”.

Ello cercena, por arriba, “per saltum”, desde una esfera internacional, la calidad democrática de la que se habían dotado internamente nuestras sociedades nacionales, pues las decisiones de los actores internacionales escapan al control de estos Estados e, incluso, de la Unión Europea, y se hacen pasar por el marco más o menos institucionalizado de organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.

La toma de las decisiones, por lo tanto, se aleja de nuestras instituciones democráticas, que carecen de medios adecuados para contrarrestar la enorme influencia de aquellos que controlan los mercados financieros y la deuda pública de los propios Estados.

Por otro lado, no sé en qué puede favorecer al consumidor o usuario de servicios bancarios la concentración de un mercado en cada vez menos corporaciones, en qué beneficia a los consumidores la concentración en pocas manos privadas de un determinado sector económico, pues ello no hace sino conducir a situaciones próximas al monopolio o al oligopolio; situaciones en las que, el ciudadano de a pie, tiene todas las de perder puesto que carece de la posibilidad real de elegir libremente entre un número suficiente de entidades, lo que impide el mantenimiento de un ecosistema económico sano, diverso, vital y verdaderamente competitivo, tanto desde el punto de vista de la oferta y la calidad de productos y servicios, como desde el punto de vista del precio de tales productos y servicios.

En qué beneficia una fusión bancaria a nuestra sociedad cuando esta fusión abocará indefectiblemente al paro o a la jubilación anticipada, en condiciones más o menos ventajosas, pero al paro o la jubilación, en cualquier caso, a miles de personas productivas, no me parece algo tan simple y fácil de entender.

Estas personas dejarán de cotizar a la Seguridad Social, dejarán de pagar buena parte de lo que ahora pagan en su Impuesto sobre la Renta y, si se me permite, dejarán de consumir con la misma “alegría”.

La pérdida de esos puestos de trabajo, la expulsión de miles de trabajadores de sistema bancario español también supone otro daño, quizás más difícilmente cuantificable, cual es la pérdida del capital humano, de la capacidad intelectual, de la brillantez, las ideas y la iniciativa de todo ese personal, conocimientos, ideas e iniciativa que, adecuadamente atendidas, redundan siempre en beneficio de las organizaciones.

De puertas a fuera, esta fusión supondrá la resolución de cientos, si no miles, de contratos de arrendamiento, pues implica echar el cierre a multitud de oficinas como consecuencia de la proximidad de las oficinas de una y otra entidad en muchos puntos de nuestras ciudades.

Los propietarios de esos locales, que creían garantizada su renta con su contrato a una institución de histórica raigambre (tanto BANKIA como CAIXABANK son herederas de instituciones, cajas de ahorros, centenarias), en muchos casos tardarán mucho tiempo en encontrar nuevo arrendatario, atendida la coincidencia de esta circunstancia con la crisis comercial derivada del Covid-19 y el incremento sostenido del comercio online (Amazon, Alibaba,…) en detrimento de la compra en la tienda de la esquina.

Todo ello implica también un empobrecimiento del pulso de la vida comercial de las calles y ciudades de nuestro país.

Tampoco podemos olvidar la “contracción” de otros contratos, como los de limpieza, mantenimiento y suministro de equipos, seguridad, transporte de fondos, etc. con ocasión del cierre de todas esas oficinas.

Todo esto es lo que aparece detrás de conceptos como “eliminación de duplicidades”, “optimización de recursos”, “ahorro de costes” y “aprovechamiento de sinergias”.

En efecto, si bien todo ello puede suponer que las entidades puedan ahorrar unidas, según dicen, hasta setecientos millones al año, a la vista de cuanto ha quedado dicho, el ahorro de tales costes puede suponer pan para hoy y hambre para mañana, puesto que pueden suponer un coste mayor a futuro para la salud de nuestra economía en general.

No sé, por lo tanto, en qué beneficia realmente esta fusión, y las que parece que seguirán produciéndose, a los ciudadanos, cuando todos seremos un poco más cautivos de un número menor de entidades, cuando ciudadanos son también los empleados de banca que perderán sus empleos y los propietarios de las oficinas que van a cerrarse.

Posiblemente ahora no dispongamos en el ámbito nacional de una receta mejor, pero pensemos algo pronto porque nos quedamos con lo puesto.

Si necesitas que te asesoremos sobre este tema, ponte en contacto con nosotros.